sábado, 6 de agosto de 2011

Tu mirada me hace grande, CAPITULO 1

Novena, èsa era la pregunta, la pregunta número nueve de aquel exàmen. Malditas las matemáticas, quien las habría inventado. El reloj no paraba, pasaban los segundos y los minutos, no me sabía la respuesta, sì, su respuesta era la que aquella noche dije `` esto no  estudio, que no me entra´´ y terminó por entrar. La señorita Margaret se acercó a  mì y quitándome el exàmen de las manos, me echò una mirada terrorífica. Me temía lo peor. Ojeò todo el exàmen y me dijo:
-Está bien señorita García, las notas las daré la semana que viene.
Sonò el timbre y salí de clase, odiaba a la señora Margaret, a las matemáticas, al número nueve y a esos cuadritos de la falda. Fuí a la cafetería. Mientras que tomaba mi almuerzo vi un nuevo cartel  `` GREASE ´´; dios ¡¡¡ otro musical ¡¡¡. En mi instituto eran muy famosos aquellos musicales, esos que a mí me daban vergüenza. Ahí  iban las niñatas. Yo en cambio lo primero que hacía al llegar a casa era quitarme aquella falda horrorosa y ponerme mis pitillos con aquellas camisetas anchas. Mi madre siempre me ha dicho que soy muy guapa y que debería de mostrarme, debería lucir más mi cuerpo, pero no me gustaba, nada de nada.
Entrè por la puerta de casa y mi hermano Maikel estaba discutiendo con mi madre, gritaban. Había vuelto a hacer algo, me miró y le guiñè el ojo- esa era nuestra señal de que había charlas pendientes-, subí a mi cuarto y como sabía que en nada subiría, esperè unos minutos y apareció por allí:
-¡Ay! Hermanito, ¿qué has vuelto a hacer esta vez?
-Eh  venga, a mi no me rayéis, ¿acaso te estás volviendo como mamà?
No quería parecerme a mi madre, ni mucho menos, había días en la que le odiaba, desde que se separó se convirtió en otra mujer, sòlo sabía mandarme y reprocharme todo:
-Sandra, mamà lo ha encontrado.
-¿Encontrar el que? No me jodas eh Maikel, no me jodas.
-Sí, adiós petas, pero tù tranquila que no sabe nada de que tú has pagado la mitad, bueno tù no, la verdad que ella lo ha pagado todo.
-Te debo una chavalín!
En el fondo mi hermano era el mejor, cuando echamos huevos a aquella casa ni mencionó mi nombre, aquella vez que le robamos frutas de la huerta a la señora Margaret  tampoco, era un cielo de chaval, y lo mejor es que era mi hermano mayor.
Salió de mi cuarto, y me quede mirándome al espejo. Me tenía asco a mi propio cuerpo. Me veía gorda, y esos dientes, no se parecían  nada entre ellos. El pelo rubio que me caía por los hombros que se terminaba enredando por las puntas y mis ojos negros azabaches, esos ojos eran los de mi padre. 
Estaba perdida en esta vida, el alcohol y los porros eran mi único camino de salida. Cuando me juntaba con Helena, me sentía otra vez yo, aquella jovencita que tenía motivación. Lo tenía todo perdido, mi padre vivía a dos mil kilómetros, mi madre en paro y mi hermano y yo así, sin nada en la vida. El colegio era otro de mis problemas, odiaba a todas esas niñas. Mi madre siempre pensó que un colegio así me llevaría por buen camino, pero yo creo que es lo único que me metió en todos los problemas.
La semana anterior me expulsaron, porque alteraba a todas las niñas, me peguè con Catalina, y como Jesucristo no lo permite, me expulsaron. Un año y me iba de ese colegio por fin.

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